CONSTITUYENTE: FONDO DE TECNOLOGIAS DE LA INFORMACION Y LAS COMUNICACIONES - 800131648FONDO NORMAL: DESARROLLO DEL TALENTO EN TI - 121766CONVOCATORIA: DESARROLLO DEL TALENTO EN TI 2013 1 - 2764Fecha para el registro de beneficiario no es vigente para dicha convocatoria...
sábado, 28 de noviembre de 2015
Renovación
sábado, 21 de enero de 2012
Desesperanza
lunes, 10 de octubre de 2011
Desvelo
Muchas cosas en mí han sucedido, muchas cosas en mi cabeza, en mi cuerpo, en mi ser, han cambiado, muchas cosas que me hacen ser diferente al que hace unos meses escribió su última entrada, a ese que a ustedes se dirigía sin temor y que, sin duda, confianza les inspiraba.
En el trascurso de estos meses ha pasado mucho, pero lo más relevante –de lo que aquí decir puedo, claro- es que mi mamá estuvo para morirse, y quedó lamentablemente reducida a cama. No es novedad que ella siempre permanezca en la cama, pero me refiero a que no es lo mismo quedarse uno en un lugar porque le dio la gana, a quedarse en el mismo lugar porque le tocó.
Tras una lucha con la muerte de 2 meses, en la unidad de cuidados intensivos, mi madre al parecer poco a poco va saliendo hacia adelante. Pero, aproximadamente eso mismo lleva Rex atado a la cadena.
¿Qué hace un perro atado a una ventana todo el día, todos los días? Nada. -¿Sufre?- ¿Qué hace mi madre en una cama hospitalaria en una habitación de nuestra casa esperando que nosotros le hagamos lo que ella nos pide con desespero? ¿Nada? -Sufre.- Si aplicásemos el método deductivo concluiríamos que en efecto ambos sufren, pero, no se podría decir que no hacen más nada que sufrir, lo que sí podríamos asegurar es que se la pasan el día pensando, en esto y en aquello, en su pena, en cualquier cosa, pero pensando.
Y al parece el pensamiento es lo único que nos queda en momentos de vacío, y lo digo yo, que hasta ahora me doy cuenta y nunca me fijé en ello. Dicen que la fe es el consuelo al dolor, que es lo que nos hace soportar las penas y tomar una actitud más optimista; y no lo niego, sólo digo que en sí no es sólo la fe, sino el pensamiento en general, algo que simplemente nos saque de la realidad sensorial, que es la que en suma nos hace sentir dolor.
Así como Rex y mi mamá están atados a sus propias cadenas, así mismo está mi ser, pero quizás sé disimularlo más. Y no puedo evitar pensar: ¿Por qué así, por qué mi mamá? Pero eso no sirve de nada, el hecho es seguir adelante. Ya no recuerdo su voz, la que tenía, aunque sí recuerdo sus palabras; sólo hago de cuenta de que nada pasa, de que ella no tiene nada, y que, si la ayudamos a algo es sólo por razón cualquiera, menos por incapacidad.
Sin embargo, cuando canta me destroza el alma, su habla no muy clara, y su ritmo demasiado lento hace que por más alegre que la canción sea, se convierta en canción de luto. ¿Por qué de luto? Porque si digo de llanto piensan inmediatamente en cantinas y esas cosas, pero yo no me refiero a esa tristeza que los borrachos dicen sentir, me refiero a ese dolor del alma que nos da cuando algo nos angustia en demasía.
A veces me alegro de que esté ahí, y sé que va a mejorar mucho más, sin embargo no puedo evitar –más bien, negar- que el recordarla, tan altiva, tan poderosa, tan capaz, me llena de melancolía e inmediatamente pienso: “Hostia, si esto soy yo, y siento esto. ¿Qué podrá sentirá ella?”.
Pero bueno, hay también muchas cosas buenas, más que todo las que con BRQ tienen que ver, y es que ella es genial, simplemente alucinante. Al parecer me ha curado, ahora puedo mirar al cielo y no sentirme perdido, así como me sentía antes, como si las nubes me pudieran absorber, como si mi cuerpo no fuera lo suficientemente capaz de distinguir su entorno. Ahora estoy bien, ahora sé dónde está mi cuerpo, sé dónde estoy e ya no tengo miedo de perderme en las nubes, sé muy bien que por más que mire el cielo con ansiedad, me quedaré echado donde me halle recostado, y al final parece que mi existencia terrenal ha tomado sentido. O por lo menos lógica, ya mi cuerpo reconoce que un lugar ocupa.
Con lo de mi mamá me compraron celular, para estar en contacto, -que ni Java tiene el gran..., pero no importa- así que cada vez que puedo tomo fotos, aunque salgan feas. En la parte académica cada día me siento más apretado, siento como si todos ellos viniesen sobre mí, al tiempo, tanto que me queda difícil esquivarlos. Ahora me sé ubicar, tras desenvolverme en Bogotá se me hace más fácil saber dónde estoy y cómo averiguarlo, sin embargo a esta ciudad (Neiva) no le he podido seguir la pista, se me hace muy enredada, pero ese es otro tema.
A BRQ cada día la quiero más, fantaseo muchas cosas y, hasta anhelo las cosas que las personas normales, normalmente –valga la redundancia- anhelan; y es que lo que siento por ella va mucho más allá de mí, trasciende, y como digo, le da sentido a todo esto. Estoy comiendo más de lo normal, me dejé crecer el cabello –aunque falta poco para cortármelo-, ya no ando mucho en T!, pero en esencia soy el mismo, sólo que, un poco diferente. Espero poder hacer muchas cosas, muchas de las que quiero hacer, entre esas que tanto Rex, como mi madre, e yo también –aunque por esto no lo hago- nos libremos de las cadenas que la vida nos ha puesto. Y ahora que recuerdo, hoy -¿Anoche?- no hubo cuento para BRQ, bueno será después.
Seguiré con mi analogía de un BJT y BRQ, porque, como todos sabemos hay que evitar que entren a saturación o corte. Es decir que el BJT permanezca en la región activa por más de que se superpongan variaciones de CA a la corriente de polarización CD. Así mismo, por más dificultades que tenga con BRQ, que lo que sentimos no permita que entre -¿entremos?- en saturación o corte.
Ley 30, Ley 30, Ley 30... ¿Hasta cuándo? Calidad, claro, pero con justicia, dijo mi tonta prima un día, y ahora que lo pienso, no es tan tonta que digamos, es sabia: “¿Qué puede dar el puerco sino barro?”Si el estado no invierte en las universidades como debe ¿cómo le va a exigir que cumplan con requisitos que muy bien saben que no cumplirán? Agro-Ingreso-Seguro pero a la inversa, ¿no? Pero basta, es tiempo de elecciones, es tiempo de soportar la publicidad en las calles, es tiempo de ¿dormir?
lunes, 2 de mayo de 2011
Cualquier día (02/05)
Hace poco hice un ensayo –bueno, si a eso se le puede llamar así– sobre un tema de derecho y fue sinceramente una de las cosas más trabajosas que he hecho. Y eso que en cierta ocasión dije que derecho quería estudiar. Menos mal la suerte no estuvo de acuerdo y no estudié eso. Me pregunto por qué uno nunca sabe lo que quiere.
Por casualidad la conocí un día cuando me dirigía a clase, bueno, de hecho la conocí en clase, una clase a la que realmente no tenía por qué ir, no tenía por qué conocerme y sin embargo fue, debido a un accidente causado por mi mejor amigo, con quien veía dicha clase.
Al principio fue algo gracioso, realmente la clase, aunque interesante sin duda, no era muy asombrosa y por lo tanto era digna de ser descuidada. La escuché mientras se quejaba de las estupideces de mi amigo; recuerdo, entre tantas cosas, que me dijo que el primer día se habló con él, y se agradaron, pero que él a la semana siguiente la miraba mal. ¡Ay, Dios mío! Qué risa aquella con que escuché ese relato.
Cuanto más hablaba, que habló bastante, no puedo decir que no me agradaba más. Creo que pensé “¡Wow, sí existen personas dignas de así ser llamadas!” porque sus juicios eran excelentes, hasta los de Hellsing y su ‘amor retorcido’. Pero, hubo sólo una cosa que no me gustó, algo que dijo que no me pareció, algo que a simple vista hubiese pasado por superficialidad, algo que si me hubiese dejado llevar por el prejuicio nunca la hubiera conocido de la manera que ahora lo hago.
Luego de eso, empezó a hablarme sobre sus AMV…. ¡Ja! Yo ni idea de eso, así que me lo explicó. Me explicó cómo los hacía, con qué los hacía, por qué los hacía, etc. ¡Cuánta pasión! –Pensé– Esto nunca lo había visto en alguien más que no fuera…. ¿yo?! Entonces fue que creí conveniente comentarle mi pasatiempo, el de hacer DVDs; y bueno, comentarle sobre el proyecto macro –que si bien recuerdan, he declarado que salió un poco crudo, pero que no creo que mejor haya– y supongo que nos comprendimos en ese mismo momento. A ella le agradó esto y también lo que le dije de mis imágenes.
Después de esto sentí la necesidad de comentarle de mi escritura, de mí filosofía, algo que sabía que podría comprender, también de Silent Hill 2, de su OST, y que la mayoría de personas a mi rededor no comprendían, y que aún no comprenden. Resultó que a ella también le gustaba escribir y bueno, un punto más para notarla.
Por el momento aunque algunos de mis juicios habían sido crueles en su justa proporción, no hubo nada en ese instante que hubiese requerido de mi crueldad absoluta, o quizás la mitad de ésta, que ya es bastante.
Algo que quizás la incomodó fue mi gusto en exceso por la computación, creo que notó eso y eso quizás no le agradó mucho, al igual que la explicación del porqué el sufijo de mi correo “386enh” que tenía que ver –como ustedes ya saben– con Windows DOS y su subsistema de 16bits…. Bueno, ¿por algo estudio electrónica, no?
La charla continuó, entre los tres (ella, mi amigo e yo) o más bien entre sólo los dos; luego llegó el ex-novio de ella y la charla continuó pero ahora ya no con los temas de los pasatiempos mutuos sino una crítica bastante pesada sobre películas, pues él, su ex-novio, parecía ser muy exigente en cuanto a cine se refiere al igual que yo. ¡Ay Dios, me imaginan a mí criticando de la forma más dura posible el terror americano, exaltando sobre manera el terror asiático, el psicológico!
Y luego, como si la crueldad fuese poca llegó una amiga de él, mi mejor amigo, y se puso a hablar de todas las payasadas de Disney, que Hanna Montanna, que High School Musical, que no-sé-qué otra tontada… y entonces, cómo dos animales salvajes su ex-novio e yo empezamos a criticar, de la manera más fascinante y cruel. Ahora que lo pienso, tenía razón al no querer hablarme y sentir lo que nunca quiero inspirar: miedo.
Otra fuente (ella) me dice que también critiqué a Evangelion como negativa a la recomendación de éste por parte de su ex-novio, la verdad no lo recuerdo, pero supongo que sólo dije “¿Cómo era posible que pensaran que era algo teológico cuando sólo eran argumentos tipo raelianos?” Y supongo que también “¿Cómo alguien puede recomendar algo que ni siquiera entiende?”
Intercambiamos, yo mi correo, ella su cuenta de YouTube. Me tuve que ir, nos despedimos todos, todo se acabó. Ocasionalmente la encontraba, yo que nunca saludo a nadie, la saludaba pues era digna de eso. Ella en ese momento tenía otro, para mí en ese momento las mujeres estaban muertas…¿aún parecen estarlo?
Recuerdo que al ver su video, el de Avatar, quedé asombrado con la coherencia entre los bajos y altos de la música y los momentos del vídeo. Con poca asincronía –la clásica de YouTube– seguía el ritmo de la música. Explosiones, momentos de acción –los llamados por mí de ansiedad, de afán– tan, pero tan coherentes como si fuese oficial, además de usar esas canciones OST, pero no como las que degusto yo, sino esas pesadas, esas de afán… ¿o de marcha?Eso me agradó bastante. Puesto que yo, un amante de la buena música, alguien que puede ver las ondas de ésta sin que ésta sea de ese género ‘Reggae’, con letras y solos fascinantes, con progresiones alucinantes, cómo no podría sentirme bien, o al menos fascinado al ver cómo alguien respetando los altos y bajos, las progresiones y los momentos especiales de la música le hacía homenaje a ésta mezclándola con sus gustos. Es como encontrar ese ‘sector neutral’ –así lo llamé en cierta entrada mal escrita de mi otro blog, mal escrito también– de pasatiempos, de modo que fuesen uno sólo, que ninguno de los dos se opacasen sino, por el contrario, se complementasen.
Ocasionalmente hablábamos por internet, digo ocasionalmente porque casi no me conectaba, pero cuando lo hacía y ella también, hablábamos y hablábamos, horas y horas, ya fuera de filosofía, o de Silent Hill, o de anime o hasta de música. Recuerdo que me mandaba los links para escuchar su música y darle mi opinión. Estos encuentros virtuales cada día fueron más comunes y una gran amistad empezó a crecer, pero de manera exponencial, cosa que siempre me extrañó.
Tengo un recuerdo muy nuboso dónde yo le mostraba mis botones con frases célebres y mi peluquín. (El peluquín fue una cabellera que hice a partir del cabello de Hakudoshi) Debido a esto me pidió que le hiciera unos para dárselos a la prima para navidad. Efectivamente así lo hice, y así aún más nuestra amistad siguió creciendo hasta que…. me quedé sin computador casi un mes.
Cuando volví a aparecer en su vida, y ella en la mía, creo que fue un alivio para los dos, yo extrañaba hablar con ella, de hecho ella era la única razón de que me conectase –cosa que aún es– dado que de los programas de mensajería y las redes sociales no soy un fanático, y sé que también ella me extrañaba mucho.
Leyendo los historiales no puedo contener la risa, es simplemente grandioso leernos a nosotros de ese tiempo y también llega la intuición obscura: “¡Oh, Dios, cuántos errores ortográficos cometí!” De mi parte lo más destacable es que constantemente le expresaba mi aburrimiento puesto que todo me parecía predecible. –Fíjense en esto que es importante, después sabrán por qué–
De hecho ese primer encuentro después de mucho se dio gracias a la negativa de poder matricular materias, éramos tres, los mismos de la primera vez… ah, y por cierto, algo que no dije es que al principio tuve problemas con mi cuenta y no podía ver a algunos contactos conectados o hablar con ellos, entre esos ella, como si el destino no quisiese nuestra unión. Hablamos toda la noche, esperamos juntos hasta las cinco de la mañana y nada.
Al final, de los tres, el último que matriculó fui yo. ¡Ah, ¿pero a quién se le ocurre cambiar la plataforma en tiempo vivo?! Luego de ese hueco en nuestra historia seguimos hablando aún más.
Entre tantas cosas de las que hablábamos estaba Silent Hill 2 cosa que, como ya lo expresé, le agradaba. Básicamente le contaba mis intenciones con el juego y también le explicaba más profundamente la trama y todo eso, tanto compartí con ella eso que terminé por pedirle que me hiciera un AMV sobre Silent Hill 2.
Este AMV es de la canción “Waiting for you” del OST de Silent Hill 4, pero yo quería que el AMV fuese enfocado a Silent Hill 2, y quería –y quiero aún– incluirlo en el proyecto que tengo con ese juego, la verdad es que me gustó mucho la canción, sabía que ella era buena haciendo eso y además sabía que ella en suma entendía el juego. ¡Ahí está! –Pensé– ¡Ella es la indicada, ella es la indicada!
Vino entonces ella a mi casa, vino para que le pasara los vídeos de Silent Hill en una calidad aceptable, también me mostró cierto ‘dorama’ con el que pudo comprobar que lo de la predictibilidad era cierto. Pasamos todo el día aquí, en mi casa, para qué la pasé muy bien.
Iniciamos clases, ella en lo suyo, yo en lo mío, sólo veíamos una clase juntos. Tanta era nuestra ascincronía que yo le decía en forma de burla “¡Estamos sincronizados para no sincronizar!”. Como después de esa clase ‘en común’ ella tenía un hueco, de esos huecos de una, dos horas, donde la ida y vuelta no es una opción, la acompañaba.
En una de esas veces –como en la segunda, me parece– me estaba contando sobre ella y me habló de una vez en que por ira perdió la razón y, sin embargo, fue muy decente. Recuerdo cómo repetía “¡¿Por qué tuve que mantener la educación?!” cosa que me hizo pensar en cuán bondadosa era y pensé “Pobre, en realidad es una muy buena persona.”
En los días siguientes –muy pocos días después de lo anterior– le invité a ver una película, “Los trece fantasmas”, y mi cabeza loca olvidó todo. Es normal para mí olvidar todo ya que tengo muy mala memoria, supongo debido a que en mi infancia nunca necesité de ésta y mi ego en su deseo de autocontrol le quitó las funciones a ésta, así que yo soy ese tipo desordenado, desmemoriado, desfechado y desubicado.
Llegado el día de la invitación, me preguntó ella la hora de venida a mi casa e yo, sin recordarlo aún, –y eso que mi hermana me lo había recordado– le pregunté que de qué hablaba, cosa que la ofendió mucho.
Yo en un instante de insensatez, y realmente de vergüenza, fui a su casa en señal de compensación, aún no sé por qué lo hice, ustedes saben que yo no soy tipo de disculparse ni nada por el estilo, pero igual lo hice. Llegué allí, llegué a su casa.
Bueno, la verdad llegué a unos cuantos pasos de su casa ya que no conocía el lugar ni tampoco me podía ubicar bien, como cosa rara. Me bajé del bus y ahí estaba ella esperándome. Como en la universidad le había ganado una apuesta, la única que le he ganado, dijo que me la iba a pagar. ¿Saben de qué forma? Ah, pues comprándome un helado grandísimo, con frutas y todo eso pero…. a mí no es que me guste mucho el helado, ni lo dulce, ni las frutas. Así que pagándome la apuesta pudo vengarse de mí viéndome preso mientras yo trataba de comerme ese helado, creo que en parte lo merecí. Recuerdo cómo su tono cambió, cómo se tornó ahora desafiante y coqueto, me decía “No sé, pero te lo comes todo.”
Yo al principio en mi mente trataba de resolver la situación (comerme eso rápido), creo que en uno de esos momentos de ansiedad dejé escapar una mirada de esas crueles que, después de recordar a aquella chica de “¡¿Por qué tuve que mantener la educación?!”, extinguí rápidamente. Finalmente al observar esas dos caras opuestas y viendo que eran la misma persona decidí entonces llamarla María.
¿Por qué María? Porque María en Silent Hill 2 representa esa ambigüedad, esa de que quiere y no quiere, que ama y odia, que es buena y mala y que, sobre todo, enreda al protagonista (James) en sus juegos y éste, gustoso, le ayuda a enredase para ahorrarle esfuerzos a la pobre. –Eso sin contar a María, la de Sábato, la de El túnel– Usted juega a la mala y a la buena, pero… –Le decía– ¿quién es realmente usted, María?
Luego me llevó a su casa me mostró algunos AMV suyos y como si fuese poco me mostró algo que no pude predecir (algo de Bleach), desde ese día tiene el gran propósito de ‘Desordenar mi mundo, mi orden, o mi desorden’, ahí se rompió mi lema: “Me da igual.”. También ese día hice otra apuesta con ella. (Ignorando le evidencia empírica.)Yo siempre he sido un ser nocturno, trasnochador como un vagabundo, pero no muy buen madrugador, ni siquiera por el refrán “A quién madruga Dios le ayuda.” al que respondo sin duda “No necesito que me ayuden y menos ese.”, sin embargo ella sí, ella es una excelente madrugadora y muy mala trasnochadora, pésima, tan mala como yo en los deportes. La apuesta consistía en aguantar indefinidamente levantarnos a las cuatro de la mañana (aún sin tener que madrugar) y conectarnos.
Aún pienso en lo que me hizo aceptar esto ya que para mí sí era un reto, para ella era sólo un día de madrugar más. Terminado todo y acordado eso, regresé a mi casa, ¡Ja! a que fue un día de locos. Por cierto, al primer día perdí la apuesta, sin embargo me dio otra oportunidad, que, aunque no lo crean, se convirtió como en cuatro.
Por cuestiones del destino, y si lo es, y es escrito por Dios, éste es muy mal libretista, qué coincidencias más absurdas, pero que agradezco de todo corazón; mi horario lo había hecho todo en base a una sola clase: Física. Realmente la clase me encantaba, el profesor era un excelente profesor y la clase ni se diga, pero… cambiaron al profesor y pusieron a otro que, en una palabra, me asqueaba. No lo resistí más, dos clases con él y cancelé. Precisamente ese día fue el día en que por vez primera me robaron, pero gracias a Dios fue de una manera exótica.
Una situación cómica viví con ella, o bueno, digamos que algo gracioso pasó. Cierto día estando yo y se suponía ella también en clase me fue a buscar con compañía, para esperarme. Cuando salí no la vi y pasé de largo, pero de esas cosas raras que pasan, un amigo mío se resbaló y cuando di la vuelta para burlarme de él, y ayudarle también, la vi. ¡¿Usted aquí?! –Le dije– ¡¿Por qué no me llamó?! Bueno, la verdad es que al ver que yo no la saludé ella decidió seguirme, en verdad, ¡qué vanidosa! esperar a que fuese yo quien la saludase y por eso le dije: “¿Hasta qué punto iba a seguir sin siquiera decirme algo?” Ella dice que no, “que no quería interrumpir” que “me iban llevando” Por esto y más me empezó a llamar “Tonto”. ¿A que es gracioso, no?
Como ella ya me había somatizado sobre una profesora con quien yo veía una clase, decidí cambiar mi horario y cambiar esa clase de profesora, y no lo hice antes no porque la tortura no hubiese sido lo suficiente, sino porque física me lo impedía, pero viendo que física no estaba, podía yo mover todas mis clases y reacomodar el horario. Al final, terminé viendo yo todas las clases con ella y mi amigo, de los míos el mejor. Le decía yo “¿Ahora no estamos tan asincrónicos, no?” a lo que ella respondía “Eso parece.”
¿Así cómo no conocernos más, y cómo no compartir más cosas? ¡Ja! y como si fuese poco la coincidencia hizo que yo matriculase una clase que precisamente con ella veía y luego, delante de ella matriculé otra con la que también pasaba eso. ¡Conque ya no estamos sincronizados para no sincronizar! –Le decía ahora– ¡Parece que le ganamos al destino!
El primer día de la semana en que entraría en juego estas modificaciones llegué furioso a clase –ese día perdí hasta mis anteojos– porque tenía un trabajo largo que hacer y me había quedado dormido. Pobre ella, tuvo que aguantarme así y lidiar conmigo. Luego tendría también que lidiar conmigo pero casi moribundo, ¿pero saben? eso no lo contaré.
Aprovechando la sincronía decidí acompañarla a la peor de sus clases, Estàtica. –Nótese con qué la acentúo– Hasta tomaba apuntes y todo, creo que en parte mi presencia allí le hacía sentir un poco más de seguridad.
Un mal entendido más, nuestra primera pelea fea… dejé de ser “Tonto” para ser “Feo”, porque digo cosas feas. Luego otra pelea fea, la de ‘la mala influencia’. ¡Oh, qué tortura aquella, se me hizo eterna! La verdad no hay nada más terrible que estar enojado con ella, es un estado que no se lo deseo a nadie. Aunque la reconciliación compensaba todo aquello, y entonces nos juntábamos más y más.
Y así sucesivamente, más juntos, más juntos. Empecé entonces yo a llevarla a parques –sitios a los que parecía no ir desde hacía mucho– y fue precisamente en un parque que me di cuenta cuán importante era ella para mí, cuánto la quería. Y por cierto, en un parque iniciamos, aún lo recuerdo. No sabía si era lo correcto, hacía tiempo ya que yo me había negado todo aquello (lo de los dos pases), para no lastimar más, y también porque ya me había cansado de eso, a la final las relaciones eran tan innecesarias que carecían de sentido, sin contar que yo de novio siempre fui un maldito, ¡ay!, es que en ese tiempo no era nada mejor que observar cómo, después de toda esa apatía de mi parte, empezaban a sentir desamor por mí. Con ella no quería eso ya que ella sí me importaba mucho.
Y entonces es en esos momentos en que me provoca mirar el cielo, pero ahora no encuentro el sol. Está, pero está tras el rostro de alguien, alguien muy especial para mí. Lo tapa, no puedo verlo, ya no creo necesitar verlo. Ahora creo que la necesito a ella.
Recuerdo cómo hace tiempo enterré todo aquello, bueno, más que enterrar sumergir en lo profundo de mi inconsciente, pero cuando ella llegó, todo eso lentamente (pero poderosamente) fue volviendo a la superficie y fue entonces cuando me vi envuelto en su comprensión, risa, tortura, amor y juego. Entonces comprendí que aquello que cuerdo estaba, que había dejado atrás había vuelto, pero no para quedarse estancado, sino para contagiarlo de esa locura.
Otra situación cómica fue la última vez que entré con ella a estàtica, sabía yo que algo malo pasaría, lo presentí, y ella terca en hacerme entrar. Entré a la clase, había quiz –vaya palabra, ¿anglicismo, verdad? – y entonces pasaron la hoja de asistencia. Yo como no pertenecía a esa clase no firmé, pasé la hoja, en medio de la prueba, al viejo ese se le dio por contar y comparar la asistencia. Todos vivimos unos cuantos minutos de adrenalina en aquel momento, yo por ejemplo agradezco dicha sensación, fue única, fue genial, por su parte ella se pregunta cómo le pude perdonar yo eso.
Recuerdo algo que quizás fue el detonador de todo, algo que me hizo notarla aún más interesante: su definición de mí, “Un yacimiento al cual debo llegar lo más profundo”, inmediatamente pensé que ese yacimiento, que soy yo, es un yacimiento de locura, y que lo que ella está haciendo va acorde con esta definición. Esto realmente me encanta, y me enloquece más. Pero también llega una intuición obscura, una intuición tan terrible que de sólo pensarla me estremezco: ¿Y cuándo se me acabe la locura? ¿Qué hará ella conmigo? Digo que la locura se ha de acabar puesto que aún soy humano y por tanto carezco de aquella locura divina.
Por el momento sólo quiero proveerla de una cantidad enorme de locura, que nunca le falte, y ojalá que aquel funesto día en que se me acabe la locura, nunca llegue. Ojalá Dios tenga una copia de seguridad de mi mente, créanme, después de esto la locura me ha consumido casi en mi totalidad.
Para mí ella es un corto circuito, un corto en lo más profundo de mi psiquis.
Hay tanto por decir y tan poco tiempo, cabe aclarar que la mente ya no da más, es muy difícil recordar y que ya es tarde. Lo siento BRQ, yo quería hacer esto más temprano pero por múltiples razones no pude.
Hablamos y hablamos. Hablamos en persona, hablamos por internet, hablamos por teléfono. Y a mí me parece que es poco. Es tan agradable hablar con ella, ¡es que ella simplemente me encanta! Lo único malo de todo es que duda de mí y no sé por qué lo hace. Yo he intentado de todo para que no dude y aun así no he podido que deje de hacerlo. No sé porqué tiene la capacidad de deprimir y animar al mismo tiempo. Y sin embargo lo único que deseo –o por lo menos lo que más– es que no dude de ese sentimiento que tengo hacia ella. Increíblemente es fuerte, creciente e intenso, y sin embargo aún duda, aún duda de éste, e indirectamente de mí.
Pensar en ella es uno de mis pasatiempos favoritos, imaginarla, soñarla. Sonará ilógico pero en verdad me hace soñar, soñar de verdad.
Después de todo, me eché frente a mi casa y vi el cielo estrellado, las estrellas siempre fueron hermosas, pero esta vez estaban mejor, eran más brillantes y formaban figuras más claras y no tan crueles. Fue entonces cuando me di cuenta que por primera vez en mucho tiempo tenía una ilusión. Ahora sé que la tengo, ahora sé cuál es.
¡Feliz cumpleaños BRQ! Esto es para usted y por usted.
Perdone lo poco, la quiero en demasía.
lunes, 28 de marzo de 2011
In the flesh!
Era tanto el enajenamiento, tanto el aislamiento, tantos muros a mi alrededor que en mí se levantó uno más grande, más fuerte que el de cualquiera y leí: “Que le ayuda a establecer prioridades”. Esa frase revolcó mi cabeza de una manera extraña y particular: ¿Por qué estaba allí? ¿Por qué seguía ahí sí al final no quería? ¿Cuál era la prioridad?
Sea cómo sea lo que ahí me enseñaran lo podía aprehender solo, igual creo que no me importa, ni a nadie…..pero ¿por qué habría de importarle a alguien más?
Puede que sienta arrepentimiento –cosa que casi nunca siento, y que ahora es tan practicado por mí como dormir– pero igual soy muy seguro de lo que hago y por eso no regreso. Será quizás orgullo pero prefiero eso a traicionarme a mí mismo.
Cuando veo mi vida de antes no puedo reconocerme, entonces es cuando dudo que ese al que veo sea yo, lo aseguro y salgo del problema. Ahora siento lo mismo (no me reconozco) pero, esta vez, no puedo dudar que ese que veo sea yo. Es más no es que me vea ya que vivo en él, es más bien ver en él.
Es un plácido lugar sí se observa, está quieto y aunque hay mucho movimiento en el lado izquierdo siento que es insignificante en comparación con el que en mi mente hay, o en mi alma.
No me ha de culpar, cumplí su deseo, ella quería estar allí, ahí la dejé. No le importaba si yo, o alguna otra persona, estuviera ahí. Ella sólo quería estar allí. Ahí no hay problema, no puedo sentir culpa, todo encaja, no creo que en parte su petición “Por mí” me incluyese a mí. Era a ella, sólo a ella, para cumplir, para hacer lo que se supone debe.
Sufro cuando ella sufre, y sufro por mí. Son las dieciséis y treinta y ocho. Sufro por ella porque la quiero, en verdad la quiero como no creí –ni poder, de hecho– hacerlo. Y sin embargo la lastimo, o bueno, la hago lastimarse. Ella juega conmigo y me gusta, es entretenido –Son las dieciséis y cuarenta y uno– e interesante. De cierta forma confortable, molesto (a veces) y aun así confortable.
Escribo aquí, desde este lugar que el sol ilumina y no en mi casa porque allí tengo otra cosa que escribir, algo para el dos del mes quinto, algo que ansío escribir y creo que lo he de terminar el dos a la hora cero.
Ahí hay cosas buenas y malas de ella, pero ahora no escribo sobre ella sino sobre mí.
Hoy –como regularmente– quise decir mucho, tantas cosas feas como bonitas, tanto crueles como compasivas. Pero no dije nada. Fue aquí donde estuvimos esa vez, esa vez que me di cuenta que la quería más de lo normal, que no debía hacerlo, por su bien y por el mío.
Son las dieciséis y cuarenta y nueve. Ahora me arrepiento más por lo que no digo que por lo que digo; sin embargo debo reconocer que si lo dijera me arrepentiría más. Y entonces viene el colapso mental. Y entonces mi muro siente el suyo y crece, crece tanto que no sé quien se siente más mal.
Miro con aprensión el lado izquierdo, siento el sol quemándome el cuello, y no es que se haya ido el sentimiento, ni tampoco que se haya acabado la inspiración, es sólo que está sonando música mala y eso no me gusta. Son las dieciséis y cincuenta y cinco, principio de la página cuarta de mi agenda, escrita a mano y a lápiz… cuando casi nunca lo uso.
Veo borroso, me pesan, de hecho, los parpados y escribir me ha hecho bien. También pienso que está bien y que él, mi mejor amigo, ha de cuidarla y también está bien. Esto cada vez se parece más a una carta suicida, y aunque estoy seguro que se escriben ambas con el mismo sentimiento, no es una carta suicida.
Se me cayó el borrador (que me dio) y se me durmió la pierna, ahora el sol ilumina el lado derecho de mi rostro, ya son las diecisiete en punto.
Me siento un poco más tranquilo al escribir porque así puedo dilucidar qué me pasa y probablemente los cables se alineen, dejen a ese corto –que decidí tener– un poco más despejado. Para disfrutarlo más, para sentirlo más y mejor. Para sentirlo más cerca.
Sólo han pasado dos minutos, pero para mí ha sido mucho y aunque oiga música mala siento que todo va a estar bien y mejor. Ya una hora de haber abandonado ese sitio, media de estar aquí y cuán he progresado.
Yo hablo, saben, pero también me gusta escuchar; escucho porque así puedo conocer y entonces es mucho más interesante para mí. Me acorde que debo hacer un ejercicio, creo que después lo haré, pero porque quiero hacerlo. Ya se le acaba la punta a este lápiz y cometí la insensatez de no cargar sacapuntas. Pero es que casi nunca uso lápiz… bueno, será para la próxima.
Estoy algo preocupado ya que el proyecto que ya se inició sólo ha recaudado como quince personas y en su mayoría son traductores. ¿Dónde quedaron los editores de audio, y los actores? En fin, de eso me ocuparé en ‘semana santa’ ya que se trabaja mejor en esas fechas. Y el mismo Cristo es testigo de eso.
Bajó demasiado la intensidad de mi escritura, tenía mucho que decir. Bueno, bastaría sólo con decirlo, contarlo, pero entonces todo este caos (mis palabras) no sería un poco más duradero. Puede que tanto lo escuchado como lo leído sean posiblemente olvidados, pero la lectura en un poco más inolvidable. Ya son las diecisiete y dieciséis, puedo percibir el sonido de un helicóptero que sobre mí pasa.
Cómo estará la clase, me pregunto yo. Pido a Dios que no haya nada ‘importante’ porque en ésa nota es lo que me falta. Bueno, será tener fe.
Quiero a mi casa llegar, seguir trabajando en lo que estaba. Subirlo y dormir algo. También intentar hacer la babosada –¡Oh, qué palabra tan ella!– de medio ambiente. Pienso, si me gustase el medio ambiente no estaría estudiando lo que estudio, y aunque no es como acabar con él, sí es como despreciarle.
Me acordé de otra cosa: Hoy habían muchas moscas en mi casa, me pregunto el porqué. Será buena la dormilona, princesa es princesa, bobada es bobada, locura es locura, vileza es vileza; pero hay veces que las cosas son buenas aún siendo todo eso. Por ejemplo “Tienes un e-mail” es una película que vi una tarde almorzando y me gustó. Puede que sea tonta, romanticona, pero tiene algo que la hace ‘especial’.
Hoy llegué tarde a las catorce y media, bueno más diez minutos. Ella legó a las en punto aun cuando dijo que era a las y treinta. No puedo evitar sentirme mal por eso y pienso: ¿por qué ella es siempre la que me espera? ¿Por qué no es al contrario? ¿Por qué lo hace (esperarme)?
Ya está insufrible el lápiz, el sol está justo atrás de mí –no lo miro porque entonces no puedo seguir viendo, aunque quiera– y las manos me duelen ya. Son las diecisiete y media, es increíble cómo pasa el tiempo, cómo tenía dudas y ahora parecen haberse disipado. Si yo ya era loco, ella me pone peor, y lo mejor: no enloquece esa parte de mí que ya estaba loca, enloquece es esa que está –¿estaba?– cuerda.
Quiero que se me duerma la pierna, quiero sentir lo de aquella vez.
La vida es una idiotez, y más idiotas nosotros por vivirla, pero por una extraña razón, creo que aún puedo obtener más de ella. Es cierto que al final moriré y que –como de verdad deseo– desapareceré y conmigo todo lo mío y lo que fui, pero por el momento tiene sentido todo porque aún no estoy muerto, estoy vivo, puedo seguir buscando o descansar, sentir, pensar, ser consciente. Eso no lo cambio por nada.
Ya empezó de nuevo la pierna, por alguna extraña razón me están picando hormigas que quién sabe de dónde salieron. Y son las diecisiete y treinta y nueve.
Nunca me había gustado escribir a mano, en parte porque siempre que lo hice leían los demás mis escritos y se horrorizaban. Es mejor escribir por computador ya que es un poco más seguro –aunque en la internet lo ponga– y fácilmente corregible, y explicable. Creo que ya no me importa, el hecho es escribir. Supongo que se horrorizaban porque no hubo texto que terminara, y ya conocen cómo escribo.
No sé por qué razón siempre que vengo a estos lugares salgo picado por insectos. El sol se ha escondido, algunas lámparas del alumbrado público están brillando, pero aún es de día, son las diecisiete y cuarenta y nueve. Lo sentí, ya bajé la pierna. Pienso que le estoy dando por lo menos una buena utilidad a esta parte de mi agenda, sin embargo creo que no lo volveré a hacer, o por lo menos en un buen tiempo, creo no necesitarlo, o como ya dije, no tan pronto.
Pienso en la transcripción de esto. Espero hacerlo tal y cómo está, sin cambiar palabras –como siempre hago- porque siento que éstas son sagradas.
Me pican más, veo más borroso, está más obscuro, y en lo único que pienso es en esa clase, aún ruego para que no hayan sacado notas. En fin, sí lo hacen seré yo el responsable y creo que eso será suficiente. En ese momento mi prioridad era yo; ese maldito horóscopo tenía razón los parques son buenos. Pero no había podido estar en uno. Ayer con ella estuve en uno muy artificial, creo que es hora de reconocer que en verdad la naturaleza es hermosa.
Me pregunto si caminar o coger bus. Faltan sólo ocho minutos para las dieciocho. Esto casi llega a su fin, no sé cuántas páginas tiene, no sé cuántos párrafos tiene, ni cuántos de más tendrá, sólo sé que ya casi voy a dejar de escribir.
Ahora pienso que mi autocontrol, el mismo que era tan fuerte e impenetrable, se ha vuelto débil, tenue, y no sé si eso sea bueno o malo.
Más hormigas, ¿de dónde saldrán? Lo cierto es que ya casi, ya casi termino esto, ya casi estará esto en mi blog, mi espacio donde mis delirios dejo escapar. Y hablando de delirios, en verdad ha sido ella la única que ha soportado mi ritmo, y aún me quiere más loco. ¡Masoquista! O quizás también lo sea yo.
Ya esas cosas están sonando, esas que supuestamente agua llaman, ya se acabó todo, ya son las dieciocho.
Me pregunto cómo estará mi mamá, espero que esté bien. Se me olvidó entregarle hoy lo rojo ¡qué insensatez!