¿No se supone que las primeras experiencias en las pasiones deberían ser las mejores? ¿O quizás al menos las más importantes?
La verdad mi primer experiencia con computadores fue mucho antes, sin embargo debo reconocer que la primera vez que instalé Windows XP fue el fracaso más grande que he tenido, y eso que he tenido varios ya.
Después de salir totalmente enajenado, miré con aprensión la calle, calle que debía cruzar para poder la ruta alcanzar. Pero era tanta mi frustración que decidí mejor caminar. Caminar para pensar, o dejar de hacerlo, qué sé yo, para cansarme quizás.
Caminé lo más rápido que pude, sin correr. Anduve, anduve sin pensar en nada, o quizás manteniendo monólogos, físicos o mentales, hasta que encontré que en el camino se había acabado el andén.
Esto no me importó en absoluto y seguí caminando, sentía cómo mi cuerpo se iba cansando, se iba oxigenando -¿oxidando?- con el ejercicio, que aunque no me disgusta, no practico.
Nadie es ajeno a esto y aunque no sea prudente decirlo lo diré:
Las razones que me llevaron a la necesidad de Re-instalar XP fueron básicamente legales ya que, tras no saber muy bien el cuento del WGA, instalé muchas actualizaciones de Windows Update y me dijeron que el Windows no era legal. Tendría yo unos 11 años quizás.
Recuerdo en la página el cartelito que decía que mi Windows era ilegal y que por eso actualizaciones no podía descargar; entonces decidí, como tonto insensato, a la reinstalación recurrir.
Pero basta de tonterías, sólo estoy haciendo un poco más ameno una de las peores cosas que he vivido.
Y me miró a los ojos y dijo:
-¡¿Se le perdió a usted algo conmigo?! -Con una emoción que jamás vi.-
Después de repetir esa frase varias veces se notó cómo su mirada se tornó furiosa y finalmente exclamó:
-¡¿Por qué tuve que mantener la educación?! ¡Debí haber hecho muchas cosas más!
Y finalmente confundida me dijo, como diciéndose a sí misma:
-¡¿Por qué sólo dije eso?!
Recuerdo que el tipo que el sistema montó me dejó un DVD donde había varios programas, y claro, varias versiones de Windows. Se trataba del famoso Todo En Uno de Bor@ss Vol.5.
Cometí el error de hacer la instalación desde el mismo Windows, es decir hacer una ‘actualización’ la cual me llevaría a un punto de desesperación.
Después de cerrar todas las ventanas e iniciar la instalación del DVD, empecé a instalar Windows XP. Recuerdo la emoción con que empecé, nunca lo había hecho, vi vagamente cómo se hacía pero, nunca tuve ninguna instrucción, y quizás fue la primera vez que me aventuré en terrenos obscuros, totalmente difusos y confusos, desconocidos sin importarme las consecuencias.
Y fue entonces cuando soñé que me golpeaban, me interrogaban y luego me golpeaban. No sabía quizás las respuestas, es más, no recuerdo las preguntas, sólo sé que cualquier cosa que dijese era motivo para ser golpeado, golpeado en la cabeza.
Me veía yo ante ellos, yo estando en mí, no recuerdo cuántos eran pero eran más de dos. Recuerdo la obscuridad del lugar, un lugar perdido del espacio y a un yo cambiando de forma, de cuerpo, de ser y continuando aún sin atinar a la respuesta requerida.
Recuerdo cómo después de que ser golpeado caía al vacio siendo uno, volvía al lugar del obscuro interrogatorio siendo otro, pero obteniendo el mismo resultado, y así varias veces.
A través de la instalación, mi ansiedad fue creciendo y mi ritmo cardiaco empezó cada vez más a subir de frecuencia. Y luego, el primer reinicio. Recuerdo como casi me muero, como si me hubiera desmayado, me hubiera descargado, me hubiera muerto en un segundo cuando éste se apagó.
Con aprensión entonces miré la pantalla, aprensión con la cual aún miro mi alrededor, esperando una respuesta, esperando que iniciara ¿y qué obtuve? Simplemente un reinicio cíclico que cada vez que sucedía sentía que mi alma se quebraba en pedazos, que me consumía por dentro.
Yo con angustia y desesperación hice mil intentos en vano, y luego tras una idea fugaz, se me ocurrió instalarlo como vi un día que alguien lo hizo, aunque como dije antes, era un territorio aún no explorado por mí.
Se encontraba a mi lado, y me miraba ya no con los increíbles y nobles ojos con que me miró, sino, esta vez, con unos totalmente diferentes y malvados.
Su mirada mostraba una gran satisfacción, satisfacción ante mi sufrimiento, mi angustia, mi desesperación. Parecía que mi dolor la revitalizara, que se alimentara de éste y yo, sin duda era sólo su juguete en ese momento.
Vamos, comételo todo. –Decía la infeliz.-
Ahg. –Decía yo al intentar comer.-
Sí se puede, ¿ves? –Con tono burlesco me decía.-
Comencé de nuevo, con mayor angustia al ver cómo cargaba la primera parte de la instalación, tras unos instantes, me encontraba eligiendo lo de las particiones y entonces decidí no formatear puesto que los archivos necesitaba recuperar y si lo hacía simplemente todo perdía.
Instalé el sistema en otra carpeta y después el proceso de copia de archivos. Mientras veía la barra de progreso pensaba –ignorando la diferencia entre DOS y NT- “¿Es que acaso la instalación no ha cambiado desde la versión 3.1?” Creo que ese momento fue tan largo que mi ansiedad crecía a pasos gigantes, después el primer reinicio.
Cuando reinició, temiendo obtener aquel indeseable resultado me encomendaba a Dios mientras la PC cargaba. Cuando cargó, sentí un aliviane que jamás había sentido, que jamás he vuelto a sentir, y seguí las instrucciones de la instalación. Leía cada cosa que decía, leí todos los mensajitos que se repiten cíclicamente si la instalación no se acaba antes que éstos.
Entonces, decidí hacer algo que no quería, pero que sentía que debía hacer.
La miré, la miré entonces con esa mirada con que a nadie se mira, que a todos desespera, que a todos incomoda. Pude vencerla pero, recordé a esa pobre niña que lucía arrepentida por haber sido tan buena, y finalmente, desistí.
Todo iba bien, iba normal, hasta que repentinamente apareció algo con lo que no recordé que me podía topar. Era el recuadro de registro en el cual la instalación me pedía un serial, como era un idiota, mucho más que ahora claro está, los seriales que saqué no funcionaron y derrotado me tendí a llorar.
Creo nunca haber llorado así y menos por algo semejante, bueno quizás no con la misma intensidad con que lo hice aquella vez. Recuerdo ese sentimiento de desesperación, decepción y angustia, sumado a eso, habían venido de visita familiares que, sin duda, estaban esperando aprobar o desaprobar mi conducta.
Le dije entonces al cruel de mi padre que llamara él al tipo que me había dado el DVD y éste me contestó que no, que él no lo iba a llamar. Una de las cosas que le agradezco a mi padre fue ésta; ya que me tocó a mí llamar y enfrentar el problema. Si él lo hubiera hecho, quizás aún yo no me enfrentaría a la vida como lo hago hoy.
Ocasionalmente camino y no sé cuánto, no me canso. La mayoría de veces lo hago acompañado por mi padre quien me hace recorrer la ciudad entera, de sur a norte, de este a oeste, y aun así no me siento cansado. A veces me impresiono que él se canse e yo no, de todas formas, aunque yo no sea consciente de la distancia que hubiéremos recorrido sé que lo más prudente es cansarse.
Sin embargo por más que camine y camine no puedo recordar a qué partes he ido y ni siquiera puedo ubicarme. Caminando solo sé que debo saber dónde estoy y que no hay nadie ahí para cuidarme ni apoyarme, en cambio cuando voy con alguien, con quién quiera que sea, siento que soy llevado y no pongo cuidado al camino.
Hablo, rio, hago cualquier cosa menos concentrarme en éste. Creo que esa es la causa de mi falta de ubicación, todo esto fue pensado mientras caminaba en la carretera solo, camino a mi casa. Ante la necesidad de ubicación, me fui cansando más.
Entonces me tocó llamar al tipo, ceder, y enfrentar el hablar con él. Aún no entiendo cuál era el problema de hablar con ese tipo, sólo le llamaba para que me diera el maldito serial. Hoy por hoy me llaman para cualquier cosa, cosas complicadas y aun así no hay ningún problema.
Ese día aprendí cómo hacer las cosas: Hacerlas por mí mismo.
Al final, la instalación fue más inestable que mi psiquis y duró, supongo, dos meses. Luego conocí las bondades del parche para validar Windows –que por emule bajé- y así fue mi primera experiencia instalando XP, el Windows de la eXPeriencia.
Luego de varias cosas vividas, supe que, en definitiva, debía rebautizarla ahora como María. Así es ante mis ojos, ante mi ser, es María, esa que juega a la buena y a la mala. Sé que ella es ambas, ¿pero de quién será más?
Después de enfrentar la realidad, de enfrentarme a mí mismo y a mi estupidez me volví un poco más sereno, más cruel y descomplicado. (¿Qué otra palabra?) Ahora soy una especie de crítico obsesivo y no sólo porque sea para mí la critica una obsesión, sino porque lo son mis pasiones.
Entonces me quedé ahí, acepté su voluntad, me rendí. Permití que ellos me pegasen cuanto quisiesen, al principio en la cabeza, luego ya empezaron en otras partes hasta que desperté.
Después de eso, creo que seguí alucinando y los fantasmas aprovecharon para asustarme. Una vez más yo no les hice caso y me dormí.