miércoles, 15 de diciembre de 2010

Sin título

Leyendo el otro día me topé con esto de sopetón, ya sabía que existía pero no me había tomado el tiempo necesario para leerlo. La verdad es que encontré ese blog por accidente y de verdad me interesó mucho su contenido, especialmente porque hace mucho tiempo que no escucho a una mujer hablar así, antes mi hermana lo hacía porque podía pero ahora no, ahora ‘no tiene tiempo’.

No quiero dar mi opinión frente a esa entrada, sólo quiero que si leen esto, por favor también la lean. Casi no he escrito nada, o al menos nada que valga la pena, y la verdad creo que no he estado lo suficientemente cómodo para hacerlo, o inspirado, me inspira el desorden, pero lo que en mi caso estoy viviendo va más allá y no puedo obtener nada de ello, es más me incomoda, me inhibe, me reprime, me inhabilita.

Creo que el verdadero problema está en mi forma de ver el mundo, yo soy un realista optimista (más realista que optimista), realista porque soy consciente de lo que la vida acarrea y optimista porque sé y creo que por más cosas malas que la vida tenga ésta tiene sentido, y el sentido se lo damos nosotros. Sólo basta con reírse para entender el verdadero sentido de la vida, vinimos ó vivimos para reírnos, eso me hace feliz y me hace superar el miedo natural del humano frente a la vida (aunque diga que éste es frente a la muerte); y en fin volviendo al tema, es que esta manera de vivir sólo es interrumpida por el caos, pero un caos armónico ó al menos uno que tenga sentido, un caos que me acorrale hasta sentir que no puedo más y me divierta y me haga reír hasta más no poder.

La amistad siempre ha sido esa clase de unión desconocida para mí, aún teniendo amigos y los llamados ‘mejores amigos’ debo reconocer que me es algo realmente desconocido.

Hace un año y 30 días me encontraba yo con mis amigos haciendo un trabajo de clase, se trataba de hacer un modelo de casa en miniatura y nos reunimos a hacerlo. No sé por qué razón andábamos tanto juntos, éramos todos tan diferentes y aún así la pasábamos bien, todos en grupo siempre andábamos riéndonos; así que para hacer esa casa necesitamos hacer más de una sesión de trabajo y la verdad fue que el único día que trabajamos en serio fue el jueves, a un día de la entrega, puesto que nos la pasábamos recochando, vagando, en fin haciendo nada.

Lo más gracioso del caso es que nos divertimos haciendo esa casa, o bueno al menos yo sí, ya que siempre hacíamos cosas divertidas de intermedio como escuchar música, jugar a cualquier cosa, pintarnos y también a golpearnos (supuestamente era una especie de entrenamiento de Hapkido o algo así).

Lo cierto es que terminada la casa, antes de pegarla a la plataforma, de la forma más gay posible, empezamos a hacer una especie de ritual que consistía simplemente en escribir algo debajo de la casa, ya que una vez puesta ésta se ocultaría todo lo que hubiésemos escrito. Todos escribimos cosas, o debo decir ‘maricadas’ ya que todas eran en su mayoría estupideces, quizás yo fui el único de los cuatro que escribió algo serio ya que puse algunas de mis máximas filosóficas; al final, una vez más de la forma más gay posible, afirmamos que si la casa por algún motivo era destruida, nuestra amistad también. Creo que si hubiese sido tan ridículo como las películas modernas, hasta un pacto de sangre hubiésemos hecho.

En efecto me la dieron a guardar a mí ya que de todos creo que el más responsable era y soy yo, luego la dejé en un lugar potencialmente seguro y la olvidé como suelo olvidar a las cosas y a las personas. Por razones desconocidas la casa se dañó y lo mismo le ocurrió a nuestra amistad. No fue culpa mía, al menos en el caso de nuestra amistad, ni tampoco de ellos, o más bien fue la culpa de todos, pero ¿cuando todos tienen la culpa no es mejor decir que nadie la tiene?

Al final, creo que nos alejamos tanto los unos a los otros que era evidente que de esa amistad nada quedaba y también debo admitir que fui yo quien más lejos de todos quedó. Ahora sólo sé que cuento con la amistad de dos, pero cuento con ellos como cuento con la Happy Hour de Rapidshare; con el otro siento que le molesto, y eso que fui yo quien lo inició en el ‘bajo mundo’ que es el anime.

Siempre mis discípulos me han superado, quizás porque muchas veces las cosas olvido o les pierdo el interés, lo cierto es que por más difícil que sea admitirlo mis discípulos siempre me han superado y a la final casi odiado.

Para concluir diré que la amistad sí existe, es sólo que ésta no dura nada, es decir, que al igual que los valores están sujetas a un determinado tiempo y a una determinada necesidad. Con esto no quiero decir interés es sólo que muchas veces siento que con los demás hablo por necesidad, porque lo necesito, porque si no olvido cómo hablar, me olvido del idioma. Es natural para el ser humano ser solitario y llenarse de cosas, llenarse de cosas para que le hagan parecer lo menos natural posible.

Bueno, eso fue lo que a mi mente vino al ver el cascaron de la casa.

domingo, 5 de diciembre de 2010

Buen día su señoría

¿No les ha pasado alguna vez que las cosas les gustan más cuando no las ven? Pues a mí sí; y la razón de esto, creo, es que ante la imposibilidad de ver las cosas se muestran más interesantes, sensación que confundimos con belleza, a tal punto de creer que mejor se ven.
A mí me gustaba ver la luna cuando no tenía gafas, ahora rara vez miro al cielo. Cuando era un joven idiota, o sea un niño, solía mirar fijamente al sol, solía mirarlo hasta que un invisible lente azul regulara la luz del sol y pudiese contemplarlo, era una bola, o al menos eso podía notar tras esa capa azul que me permitía distinguirle de los rayos.
Esa es quizás la razón de que no me extrañe que esté loco pues yo, ya desde pequeño, estaba en las nubes. Siempre he sentido que nunca fui yo realmente, es más, creo que yo soy el usurpador de la vida de Joseph Moreno, creo que yo se la robé, que en un momento de debilidad lo traicioné porque yo sé muy bien que con él estaba ya que mis recuerdos se basan viéndole a él hacer las cosas, pero yo no me veo haciéndolas por lo tanto él no soy yo. También recuerdo que solía jugar con burbujas, éstas me contaban una historia, la historia sobre la creación y destrucción del mundo, o bueno eso siempre me hice creer yo, entre otras cosas como que Dios existe, la inmortalidad del alma y muchas más estupideces con las que suelo confortarme, sin embargo ya no me importa si todo eso no es cierto, creo que lo que importa es que estamos vivos, que nos morimos lentamente (al respirar nos oxigenamos y oxidamos) y eso es lo importante, bueno lo importante es que somos conscientes; por ejemplo lo que más les critico a los creyentes es que ellos nos perturban con preguntas como si somos felices con las cosas y el mundo que tenemos, con las preocupaciones y con nuestra vida, proponen ellos que seamos más pasivos, que nuestra esperanza total en Dios pongamos y nos quedemos esperando que ‘él provee’, en una palabra es lo que propone la biblia: la razón es un pecado; pero que fin tendría eso, eso es algo estúpido ya que ¿si no tuviésemos razón cómo podríamos apreciar esa ‘plenitud’? y además, el argumento es tan contradictorio, para ellos, ya que proponen que el Hombre no es un animal, aunque tenga corazón, cerebro, intestino e instinto, no, ellos dicen que no lo somos, pero según su tesis ¿no es una vida ‘animal’ la que ellos proponen?
No sé desde cuando soy el que ahora, lo que sí sé es que eso es irrelevante, lo que he podido deducir de mí es que soy un maldito ochentero nacido en el 94’. Hay veces que suelo asustarme a mí mismo para sentir la adrenalina, no sé por qué razón le temo a un ser llamado ‘el pollo malo’ (¡Jajaja, qué nombre tan idiota!) y que en esencia es más malo que el ‘diablo’ mismo, con él hago que mi cuerpo se mueva más, que sea un poco más flexible.
Pero volviendo a lo de la visión, lo digo porque desde que descubrí la codificación a dos pases, así miro yo, por ejemplo, cuando algo me es atractivo a la vista, en muchos casos mujeres, vuelvo a mirarlas con el fin de verlas bien y no llevarme a la mente ideas equívocas. No sé cuál es mi obsesión por hacer esto, supongo que inconscientemente no quiero sentirme atraído por ellas, pero es que ellas son tan lindas, tan fascinantes que es imposible no encontrar al menos una que con un lazo invisible, y bastante fuerte, me hagan volver a mirarlas.
Aun recuerdo el día en que edité mi primera imagen, mi excusa medica. Lo hice porque no quería ir a estudiar, me quedó tan bien que dije que era bueno para editar imágenes, luego descubrí que no era muy bueno, sólo era que las cosas se me facilitaban.
Que día me dijeron que mirara fijamente a un cuadro y le viera hasta que éste se moviera, si bien el cuadro es bastante enigmático, todos pueden sospechar que está embrujado, pero las personas que lo vieron y aseguran que sí lo está son personas que esperaban algo ver, por tanto podríamos decir que ante la imposibilidad de ver completamos imágenes y vemos cosas que no son. ¿Será por eso que se ven mejor las cosas cuando no se pueden ver bien ya que las completamos con cosas que son de nuestro gusto? Como dije alguna vez: “Así como la obscuridad hace parecer a una imagen o a un video de mejor calidad, ciertas actitudes pueden hacer parecer a una persona mejor”; otra cosa que nada tiene que ver, pero aun así la digo es: “No creo en el amor verdadero pero aun así lo espero”.
Aun recuerdo el día en que la cabeza me dio vueltas al son de Comfortably Numb y pensé: Pobre de mí, ¿cuán loquito estoy? Ya desde ese día sospechaba qué pasaría conmigo, ya sabía yo cual era mi destino, y finalmente lo vi, lo acepté y me gustó.
Y ahora que tengo una obsesión más, el lenguaje, o el español, se me ha pegado la costumbre de hablar en voz pasiva y me pregunto si estará correcto en vez de decir “¿La encontró?” decir “¿Encontróla?”, ó en vez de decir “Y la buscaron hasta encontrarla” decir “Y buscaronla hasta hallada estar”.